Una NAMA es una Acción de Mitigación Nacionalmente Apropiada (NAMA por sus siglas en inglés), un concepto introducido en la Conferencia de las Partes (COP) en Bali en el 2007 como un medio para los países en desarrollo para indicar las acciones de mitigación que estaban dispuestos a tomar como parte de su contribución a un esfuerzo global. También se acordó que las NAMAs en los países en desarrollo deberían tener un impacto que pueda ser medido, reportado y verificado (MRV), para asegurar que las medidas implementadas contribuyan de manera efectiva y eficiente a la respuesta climática global y que las naciones industrializadas apoyen a los esfuerzos de mitigación de los países en desarrollo. NAMAs pueden ser políticas dirigidas al cambio transformacional dentro de un sector económico, o acciones a través de varios sectores para un enfoque nacional más amplio. Son apoyados y habilitados por la tecnología, el financiamiento y la creación de capacidades, y su función es lograr una reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en relación con las emisiones “business-as- usual” en el año 2020.
Los Proyectos de Apoyo a la NAMA (NSP por sus siglas en inglés), financiados por la NAMA Facility, son proyectos que brindarán apoyo a los gobiernos para la implementación de las partes más ambiciosas de sus NAMAs mediante la provisión de apoyo financiero e instrumentos de cooperación técnica. La NAMA Facility fue establecida por el Ministerio Federal Alemán de Medio Ambiente, Conservación de la Naturaleza, Construcción y Seguridad Nuclear (BMUB) y el Departamento de Negocio, Energía y Estrategia Industrial (BEIS) del Reino Unido y cofinanciado por el gobierno danés y la Comisión de la UE. Proporciona apoyo financiero a los países en desarrollo y a las economías emergentes que demuestran liderazgo en la lucha contra el cambio climático y que desean implementar NAMAs transformacionales dirigidas por los países dentro de la arquitectura global de mitigación. La Facility lleva a cabo convocatorias competitivas y selecciona los proyectos de apoyo a la NAMA más ambiciosos y prometedores para su financiación.
La implementación de la NAMA Café de Costa Rica es apoyada por el Proyecto de Apoyo “Café Bajo en Emisiones Costa Rica”, financiado por el BMUB y BEIS. El NSP es implementado por la Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit (GIZ) GmbH y financiado por la NAMA Facility. Fue desarrollado por el Proyecto BMUB / ICI “Programa ACCION Clima”, que también fue implementado por GIZ en Costa Rica en colaboración con los miembros del Comité Directivo de la NAMA Café. Entre ellos se encuentran el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), el Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE), el Instituto Nacional del Café (ICAFE) y Fundecooperación para el Desarrollo.
El café costarricense es bien conocido por su alta calidad y la producción de café históricamente ha estado estrechamente vinculada a la identidad nacional del país. Las exportaciones de café han hecho una contribución vital al PIB del país hasta mediados del siglo XX. Desde entonces, la producción de café en Costa Rica ha sufrido diferentes crisis, como el colapso de los precios del café en el mercado mundial en los años ochenta y, más recientemente, el resurgimiento de la Roya, una enfermedad fúngica que afectó más del 60% de las cosechas costarricenses en 2013. El café es el cultivo dominante en Costa Rica, producido en más del 20% de la superficie agrícola del país (93.774 ha).
Por ley, el país sólo permite la producción de café arábica y la mayoría de las áreas de producción se localizan desde 800 m hasta 1.800 m sobre el nivel del mar. El terreno montañoso de su área de producción y los costos laborales generalmente altos del trabajo manual implican costos de producción elevados. Otras amenazas del sector incluyen los procesos de urbanización, principalmente en la mayor región del Valle Central de San José, que invade las áreas cafetaleras. Otro hecho es el limitado interés de los jóvenes en continuar la agricultura de café, especialmente en las fincas pequeñas. Adicionalmente, el sector cafetalero es afectado por los altos niveles de acidez del suelo en algunas regiones y la amenaza creada por el cambio climático. A pesar de que la producción de café sufrió una disminución de 5% desde 2011, su productividad ha crecido a medida que la producción de café aumentó en un 25% durante ese período.